* La cantante tiene dos presentaciones más esta semana
Los cantos de aves exóticas abren las puertas a un mundo de seres fantásticos; mientras coloridos visuales dilatan las pupilas al máximo. La poderosa voz de Björk guía a la audiencia en un periplo músico/digital alucinante. A ratos, el dulce sonido de las flautas toma el liderazgo para mostrar los recovecos de un cosmos sin igual, en el que cobra sentido la invitación de la de Islandia: “Escribamos música para nuestra utopía”.
La travesía llamada Cornucopia (Cuerno de la abundancia) inició de la mano del coro Staccato, de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes dieron paso al intro de Family y ayudaron a concentrar la vista en el proscenio, cubierto por una enorme cortina de hilos que lo mismo proyectó enormes flores en tercera dimensión, que desconocidas atmósferas ultramarinas o de otras eras.
Desde el primer instante en que los efectos digitales, de la creación de Tobias Gremmler, parecieron cobrar vida, la audiencia, sorprendida, pareció quedar absorta, aunque a ratos salió de su concentración para compartir sus impresiones en voz alta -en medio de las canciones-, o para tratar de guardar un fragmento en el celular, pese a la invitación/petición -repetida una y otra vez previo al inicio del show- a no hacerlo, pues “distrae a la artista”.
Gritos de júbilo recibieron a la otrora intérprete de Army of Me cuando salió a escena para cantar The Gate, un tema en el que su voz se eleva por lo alto para llegar a cualquier rincón de la carpa en el Parque Bicentenario, instalada expresamente para este show, y que en algunas partes -sobre todo en las más altas y a las orillas- no permite la concentración total, pues las luces de las escaleras, abajo, resultan una molestia. Le siguieron Utopía y Arisen My Senses.
Pronto llegó la interactuación de la cantante con su público. Un tímido “Gracias” desató la ovación, y contrario a su visita pasada hace dos años, en esta ocasión la artista mostró su emoción con diversos agradecimientos a lo largo del concierto, el cual incluyó un poco de baile y una disculpa por no hablar español previo a presentar a los artistas que la acompañan.
Así llegó Show Me Forgiveness un tema a capella interpretado desde el interior de una cabina, explotando al máximo los recursos visuales proyectados en la pantalla/cortina y que se funden con los músicos sobre el escenario -un grupo islandés de siete flautistas, un tecladista, un baterista, el coro, entre otros.
En el espectáculo, dirigido por la cineasta argentina Lucrecia Martel, aparecieron temas como Venus As A Boy, Claimstaker, Isobel y Blissin Me acompañados de naturaleza envolvente: cantos de pájaros que parecen revolotear en toda la carpa, mientras las imágenes alusivas a la flora y la fauna del planeta, pero también abiertas a interpretación, lanzan destellos, danzan y mutan sin parar, desde el proscenio, al ritmo de la voz de la de Islandia, el mejor regalo que ofrece a su público y que a veces es opacado por los aplausos y gritos del respetable, como ocurrió con las declaraciones de cariño que un joven dirigió a la autora de Blake Lake: “¡Björk, te amo!”
Hidden Place, Mouth’s Cradle, Features Creatures, Courtship, Pagan Poetry y Loss son otras de las piezas con las que Björk invitó a sus espectadores a imaginar un mundo más cercano a lo natural, una misiva que es reforzada, antes de la interpretación de Future Forever, con un videomensaje de la activista sueca de 16 años Greta Thunberg, quien recrimina que los líderes mundiales tienen miedo de ser impopulares como para hacer una diferencia y buscar la forma de revertir el cambio climático.
“Continúan diciendo que veamos hacia adelante con las mismas ideas erróneas para arreglar este desastre. Los adultos no son lo suficientemente maduros para decirlo tal como es: estamos en una crisis ambiental. Incluso dejan esa carga a sus hijos. Dicen que los aman encima de todo, y aun así les roban el futuro en sus propios ojos. No podemos solucionar una crisis, sin tratarla como crisis. Nos han ignorado en el pasado y lo volverán a hacer, nos dan excusas y el tiempo se está agotando; pero he venido a decirles que los niños estamos en esto, les guste o no”.
Y dando la razón a Thunberg sobre la poca atención que se pone a los semejantes, el respetable -en las gradas- ignora/desatiende la petición de “disfrutar el espectáculo”, pues a ratos las luces de algún celular brillan distrayendo a quienes sí buscan dejarse llevar por lo que pasa en la plataforma; más aun cuando la cantante invitó a sus fanáticos a acercarse al escenario, lo que de inmediato desató la movilización desde la parte más alta de la carpa hacia el pie del proscenio desde donde la artista invita al público: “Imagina un futuro. Habítalo”.
La intérprete todavía tiene dos presentaciones más en México, el 27 y 30 de agosto, en el Parque Bicentenario. Los boletos están a la venta en la red Ticketmaster.
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