Este neoyorquino de las montañas se ha dado a conocer y mucho en España durante el último medio año gracias al éxito de sus visitas al frente de The Duke & the King, el proyecto que creó el año pasado cuando se desligó, al menos de forma temporal, de The Felice Brothers, grupo que desde 2006 compartía con dos hermanos y un par de amigos y con el que también nos había visitado en el Primavera Sound de 2008.

En ese grupo tan familiar se encargaba de la batería, pero también de cantar y de ocasionales guitarras. Ejercía de líder oficioso y además recibía elogios continuados y de listón alto, como el resto del grupo: nadie como esa banda, en lo que llevamos de siglo, ha sido considerado tantas veces y en tantos artículos “los nuevos The Band”.

Seguir con esa historia era un filón, pero Simone optó por romper el hilo umbilical. Necesitaba dar salida a su vena confesional. Se puso el sombrero de The Duke & The King y publicó una música ensoñadora y de arreglos sutiles, que en estudio, como muestra su disco debut “Nothing gold can stay”, no anda lejos de un Vic Chesnutt cantándole a la adolescencia recostado en un productor que, tras la voz, ejerciera de álter ego orgánico de Jimmy Tamborello. En directo, sin embargo, esos temas se expanden hacia un folk-rock efusivo en sintonía con los comunales años 60´s.

America de ayer y hoy que ya ha calado hondo en nuestro país, tras dos giras exitosas, la primera, dentro del festival Heineken Greenspace, hasta el punto de que “Nothing gold can stay” ha sido escogido por “Mondo Sonoro” el mejor disco de ese género de 2009.

Ahora Simone regresa en solitario, con un repertorio que echara el ancla en su vertiente más íntima, pero abarcando toda su carrera.

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