Sin embargo, el éxito de los sencillos 1901y Lisztomania en 2009 –ambos llegaron al primer lugar de las listas de popularidad en Canadá y Estados Unidos- mostró lo que el cuarteto podía esperar de este disco: su consagración a nivel mundial después de una década de trabajo.

En nuestro país se ha vuelto un fenómeno, pues sólo 45 minutos necesitó la banda para vender su primera presentación en el Distrito Federal para el 5 de Febrero de 2010. Algo similar ocurrió con la segunda fecha -programada para el día 2 del mismo mes-: en minutos se vendieron más de tres mil boletos. 

Cientos de seguidores se quedaron sin entradas y manifestaron su malestar a través de redes sociales como Facebook y Twitter. “Ahora resulta que todos son fans de Phoenix ¿no?”, lamentó uno de ellos.

La clave de todo está precisamente en el ahora galardonado Wolfgang Amadeus Phoenix, material de estudio que fue armado lo mismo en un hotel, al más puro estilo de Francois Truffaut –famoso director del filme Fahrenheit 451-, que en un departamento parisino o en un bote sobre el río Sena.

El grupo sólo buscaba “hacer un álbum con arte”, declaró el guitarrista Laurent Brancowitz a la revista norteamericana Spin. Y lo logró. La combinación de letras sencillas y contagiosas combinadas con un pop energético dio el resultado tan anhelado por el cuarteto de Versalles.

El primer destello del éxito lo vivió en el show de televisión Saturday Night Live, en el que se le permitió tocar tres piezas, privilegio únicamente concedido a U2, Paul McCartney y Coldplay. Ahora, cerrará este ciclo de conquistas en abril, cuando participe en uno de los festivales de música más grandes de Estados Unidos, Coachella, al lado de Gorillaz y Thom Yorke. 

Para Brancowitz las cosas buenas suceden por suerte o por error; pero Phoenix ha demostrado que hay algo más, pues su más reciente producción ha formado parte de todas las listas posibles. La revista Rollingstone lo calificó como el tercer mejor álbum de 2009, lo ubicó en el lugar 60 de los cien mejores de la década y en el 80 de las mejores cien canciones también de la década.

Esos logros confirman el nivel de frustración que sintieron algunos de sus seguidores al no conseguir entradas para los conciertos que ofrecerá el cuarteto en el Distrito Federal: “todos son fans de Phoenix”.

Mientras tanto, a pesar de la popularidad ganada, la banda no pierde ese carisma que la ha hecho despegar en el continente americano y que se proyecta en el título del disco, idea que surgió, a decir del vocalista Thomas Mars, como si se tratara de la travesura de “un niño (que) es dejado libre en un museo y le pinta bigotes a la Monalisa”.

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