* Se presentaron en el coloso de Reforma cuatro noches consecutivas

 

Actualizada. El ‘espíritu payaso’ llevó al éxtasis a un colmado Auditorio Nacional la noche del pasado viernes, desde que un reloj inició la cuenta regresiva para dar paso “al mundo de la música, el circo y la alegría”, un cosmos creado por Los Caligaris en el que sus canciones cobran vida y se ven; incluidas las rancheras, interpretadas con mariachi.

“Una noche mágica”, expresó Martín Pampiglione, en la que miles de narices rojas -prendidas a capricho- algunas pelucas multicolor y un coro ensordecedor dieron la bienvenida a los argentinos, apenas aparecieron sobre el escenario con “ramilletes” de globos y prestos para interpretar Camello y Entre vos y yo en la primera de sus cuatro presentaciones que ofrecieron en la ciudad de México.

Sin mayor intervención que la música, el numeroso grupo sedujo a “chicos y grandes” con Frijoles, tema en el que aprovecharon para agradecer, en voz de Pampiglione, por “las banderas, las pelucas, la pintura. Hoy es una reunión de más de 10 mil payasos”, dijo, mientras se tomaban selfies desde el escenario tratando de que el público saliera a cuadro y viceversa, prestándose para que los asistentes de las primeras filas hicieran lo propio.

 

Foto: Cortesía Ocesa / José Jorge Carreón

 

“¡Gracias México!” decía un letrero, mientras un caligari recorría el entarimado de extremo a extremo, dando rienda suelta a la cadera junto a una dama de trapo -de tamaño natural- al ritmo del ska Nadie es perfecto, mismo que cimbró el inmueble de Reforma. Entonces, llegó un breve descanso, que fue aprovechado por Martín -uno de los vocalistas- para dedicar unas palabras a su padre, quien esa noche estaba presente.

“El payaso tiene algo mágico. En el circo donde nací, el payaso era mi padre. Hoy está aquí, entre todos ustedes. Muchas veces lo vi atrás del decorado, con la cara pintada, los zapatos grandes, vestido de payaso, pero sin la nariz. Y solamente cuando el locutor decía: ‘¡Señoras y señores, con ustedes lo payasos!’, se ponía la nariz y salía a actuar. En ese simple acto de ponerse la nariz pasaba algo mágico. Todo el mundo que estaba en el circo se empezaba a divertir con mi papá…

“Hoy, el Auditorio está repleto de narices; significa que es una noche muy mágica, donde cualquier cosa puede llegar a pasar”, expresó, en tanto, el público respondió con gritos y un ‘prende y apaga’ de las narices. “¿Vienen con ganas de bailar?”, continuó Martín, y las notas de No estás inundaron el foro.

 

Foto: Cortesía Ocesa / José Jorge Carreón

 

Malabares con aros, piruetas, cajas mágicas, trampolines circenses, trapecistas, danza aérea y serpentinas sirvieron de coreografía/ambientación para temas como El Oasis, Cada vez, Dos Viejitos/Mentime la verdad, Luchamos por la causa, Mejilla Izquierda y Tus Besos; y apareció el primer invitado, Piñón Fijo -el payaso del que “todos los hijos de Los Caligaris son fanáticos”- para interpretar Cada Vez. Sin embargo, la euforia -traducida en palmas y un coro multitudinario- aumentó con la declaración de amor: Quereme así, en la que la imagen de Jorge Aníbal Serrano, integrante de Los Auténticos Decadentes, quien colabora en el tema, apareció en una de las pantallas.

 

Foto: Cortesía Ocesa / José Jorge Carreón

 

Entonces, un caligari aparece cerca de la cabina del Auditorio, en el otro extremo del escenario, desde donde comentó que su tardanza se debió a que iba “demorado”, haciendo alusión al color de su camisa, “una que dejó olvidada Luis Miguel” la noche anterior; y se lanzó en precipitada carrera, atravesando el inmueble mientras interpretaba, en medio del público, la primera parte de La carta.

Una vez en el entarimado, se anudó las puntas de una bandera de México en el cuello, mientras el resto caía en la espalda; se quitó la camisa y dejó ver que usaba la playera del Tri; y no tardó en mostrar el bíceps, ese donde trae plasmado el escudo nacional -el águila y la serpiente- arrancando gritos eufóricos de la audiencia, que tomó un respiro breve con Bolso Gris; pero que volvió a elevarse con el intro de Saber Perder.

 

Foto: Cortesía Ocesa / José Jorge Carreón

 

“Vamos a volver a ser niños por un ratito. Veníamos en el avión, esta es la primera vez que pisamos México y nos metimos en el auditorio”, explicó Martín, quien se ganó un “¡Oe, oe, oe,oe, Cali-garis!” desde las butacas.

Así, llegó la hora del “homenaje a México” lo que cimbró el inmueble pues imágenes de calaveras y flores aparecieron en la doble pantalla instalada sobre el proscenio. “¡Viva México, cabrones!”, exclamó Pampiglione, dejando el entarimado para El Mariachi 2000, que interpretó El Son de la Negra en solitario.

Entonces, para rendir “con todo respeto de los presentes, un humilde homenaje a la Plaza Garibaldi”, apareció vestido de charro Juan Carlos Taleb -el otro vocalista- para interpretar Florentinos y Ferminas.

 

Foto: Cortesía Ocesa / José Jorge Carreón

 

Después cedió el lugar a Martín, quien también vistió de mariachi para cantar Olvidar. Y juntos interpretaron El Viajero, antes de dar una sorpresa al público: la presencia de Pedro Fernández en el entarimado, quien interpretó Aventurero y Yo no fui, con las que puso a bailar a los argentinos, que trataban de seguirle el paso y que enfilaron el show hacia la recta final.

Las serpentinas anunciaron el tema, de inmediato playeras o pedazos de tela, en mano, fueron agitadas en todo lo alto. Un ritual caligari durante Kilómetros, uno de los clásicos de la banda, también integrada por Agustín Cuadrado (trompeta); Diego Pampiglione (batería), Ramiro M. Ambrosi (percusión y accesorios), Federico Zapata (trombón), Armando Mansilla (percusión), Mariano Baigorria (guitarra), Valentín Scagliola (teclados, acordeón y coros), Lautaro Bartoli (guitarra), Gabriel Garita (bajo) y Marcos Ozamis (saxofón).

 

Foto: Cortesía Ocesa / José Jorge Carreón

 

A esta pieza siguieron Razón, en la que Juan Carlos se bajó del escenario a cantar entre el público de las primeras filas, mientras el confeti caía sobre ellos; EEA, con la que pusieron a bailar a miles entre las butacas; y Mi estanciera y yo, en la que pidieron que los acompañaran con luces de celular.

Enseguida, se pusieron Todos locos, brincando la mayoría desde el trampolín; Añejo W, en donde una parte del escenario se convirtió en una barra de bar, desde donde se reafirmó a voz en cuello: “¡Qué viva el circo, que viva la alegría!” y Tyson, donde la batería se ubicó sobre una de las pantallas.

Sin embargo, el auditorio estalló de júbilo mientras los argentinos cantaban Que corran. Una ovación de pie les mostró la satisfacción de los miles que acudieron a su primer show músico/circense, parte de su gira “Espíritu Payaso”, mientras la banda se despedía extendiendo una manta en la que se leía: ¡Muchas gracias!

Los argentinos se presentaron hasta el 8 de octubre en el coloso de Reforma, después partieron al interior de la República, donde se presentaron en el Estado de México y Veracruz.

 

 

 

El pasado 16 de octubre informaron, a través de Twitter sobre las próximas fechas que tendrán en México a partir del 19 de octubre. 

 

 

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