* En esta ocasión rindieron homenaje a las víctimas de los huracanes ‘Otis’ y ‘John’

 

Los coloridos cuadros de plástico que emulan el papel picado que se coloca en las ofrendas, por sus motivos de calaveras, dan la bienvenida, al ritmo que el viento les impone, a una calle en la alcaldía Tláhuac que cada año, desde 2011, por Día de Muertos, adquiere una atmósfera festiva, durante el periodo que es ‘tomada’ por las Calaveras Gigantes, que este año fue presentado bajo el nombre Tecuán-Tláloc.

En medio de la calle Francisco Santiago Borraz, la deidad mexica Tláloc –“dios de la lluvia y de las aguas del planeta”-, capturaba de inmediato la atención de los visitantes a la festividad, no sólo por su fulgurante color azul, sino por sus seis metros de altura y entre cuatro o cinco metros de diámetro. “La representación más grande” del ídolo “en México”.

Ubicada entre Enrique Lombardo y Ramón Cardona, la figura central del proyecto, “una pieza hecha a base de cartonería tradicional mexicana,  con estructura de madera y metal”, contribuyó a rendir “un homenaje luctuoso al pueblo de Guerrero”, que en menos de un año sufrió los embates de los huracanes Otis y John, explicó -en entrevista exclusiva para Entertainment SG Raymundo Medina Jaén, líder del colectivo que desde hace más de una década “viste” su calle con figuras alusivas a esta temporada.

 

 “Se llama Tecuán-Tláloc, nombre compuesto de Tecuanes, una de las danzas más representativas de Guerrero, y Tláloc. A principios de año hubo mucha sequía en la Ciudad de México y también en los estados de la República. Había mucha expectativa, porque aquí la capital se quedaba sin agua. Entonces, dijimos, ¿A quién hay que pedirle agua? Pues a Tláloc.

“Pero creo que los mexicanos, a veces, pedimos mal las cosas, y se lo pedimos (a Tláloc) mal, porque nada más dijimos que queríamos agua y nos mandó mucha. Entonces, hay mucha inundación y ahora hay que pedirle que nos de chance, que ya le ‘baje’”. Por ello, el homenaje fue dedicado a la deidad mexicana y a Guerrero, “un estado que ha sido muy golpeado por los huracanes. Nos solidarizamos con nuestros hermanos para estar con ellos de esta manera”.

Un busto esquelético de un “tlacuani” (jaguar) de gran tamaño escoltó a Tláloc, de quien era posible observar en su mirada imágenes de algunas personas ejecutar distintas danzas, las “más representativas de Guerrero, pero también tiene contenido de la destrucción ocasionada” por Otis. “Un documental”, realizado por Ángel Fortunar, en colaboración con la familia Abundis, para este proyecto. En su otra cara la deidad prehispánica, que comenzó a ser ‘construida’ en abril, sostuvo oronda pequeñas máscaras de jaguar.

 

El origen de las Calaveras Gigantes de Tláhuac

“Lleva muchos meses construir una pieza de este tamaño”, dijo Medina Jaén, pionero del proyecto que en estas fechas adorna una de las calles de la colonia Santa Cecilia , al recordar que fueron dos calaveras de cartón, colocadas en “una ofrendita muy pequeña en la banqueta”, frente a su “fachada” hace 13 años, detonaron “esta monumentalidad”.

“Después de dos años de hacer calaveras de escala real y montarlas en toda la calle, cables y postes, (las) vecinas se empiezan a interesar y nos piden que les enseñemos cartonería”, explicó Medina Jaén, quien estudió en el Faro Tláhuac y que para retribuir lo ahí aprendido, comenzó a “dar talleres gratuitos” a sus “vecinos”.

Así, iban aprendiendo (e) iban adornando sus fachadas, pero era curioso, pues había una fachada decorada en una cuadra y otra en otra cuadra. Éramos apenas ahí unas manifestaciones. De ahí nace todo esto de expandir hacia las cinco calles este trabajo de cartonería”, que este 2024 se manifestó en esqueletos de diversos tamaños: desde bustos monumentales con alas de mariposa monarca o sentadas ante una enorme mesa en la que se dispuso una ofrenda, hasta aquellas con elegantes y floridos vestidos y sombreros, otras con máscaras de luchador o con smoking.

 

Con el paso del tiempo, la propuesta creció “hasta 2019, (cuando) hay más participación. En este año ya hacíamos cartonería monumental. Eran piezas de más de tres metros”. Pero en ese año sucedió “esta magia, que hicimos una instalación homenajeando a los muertos por el sismo de 2017 (y) se volvió viral. Los medios de comunicación, un tanto por el tipo de instalación que hicimos y otro tanto por la desinformación acerca de esa muestra (de que) era una protesta social en contra de los baches, resultaron benéficos para que este evento fuera lo que es hasta hoy”, es decir, cinco cuadras “llenas de arte y de creatividad, de fiesta”.

También en la esquina de Borraz y Enrique Lombardo, un grupo de catrinas, dispuestas en tres filas, parecían esperar a que alguien las invite a bailar al ritmo que, desde la tornamesa, las Musas Sonideras, impusieron. Más allá suena una música tradicional, que parece provenir de un tambor y flauta, mientras cuatro esqueletos danzantes realizan la ceremonia ritual de los voladores, originaria de los pueblos mesoamericanos.

Algunos pasos más allá, una instalación recuerda a Xochimilco. Una pequeña barcaza, parecida a una trajinera, empujada por un remero en los huesos, invitaba a los asistentes a sentarse en su interior y tomarse una foto. Calaveras que pasean a sus esqueléticos perros, un tren fantasma conducido por una calaca, un panadero en triciclo, un mariachi y hasta una guitarra calavera eran parte del recorrido desde la vía Riachuelo Serpentino hasta Sonido 13.

 

En la actualidad, alrededor de “16 o hasta 20” integrantes de la familia de Raymundo Medina participan en las propuestas creativas. “Todos trabajamos en nuestros ratos libres, porque cada quien tiene un empleo, pero aun así, nos coordinamos para poder darle el tiempo necesario a todo este trabajo, que es autogestivo, en el que solamente mi familia coopera para poder realizar estas piezas.

“Los vecinos también hacen sus propias piezas, nadie nos patrocina o apoya y estamos muy contentos de hacer(lo) de esta manera, en la que cada vecino aporta de esta manera al evento Calaveras Gigantes de Tláhuac”.

Tras la exposición, dijo Medina Jaén, “nos damos un descanso de dos meses y empezamos con la planeación. Siempre tenemos un tema ya previsto para el siguiente año, pero también tenemos en consideración que puede cambiar según los problemas sociales o naturales” para que de alguna manera vuelvan los esqueletos monumentales.

 

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