* “Uno de mis conciertos favoritos. Lo recordaré en mi lecho de muerte”: Kapranos

 

* The Strokes sorprendió con un set que se sintió brevísimo

 

* “Necesitamos un mundo sin fronteras”: The B-52’s

 

Franz Ferdinand ‘incendió’ la primera jornada del Capítulo 10 del Festival Corona Capital con un show que arrancó alaridos y llevó al éxtasis a la multitud enardecida que los esperaba impacientes desde antes que sus connacionales de Travis, en el escenario de enfrente, terminara su espectáculo.

Como reguero de pólvora, la banda liderada por Alex Kapranos, quien desde el primer momento inició la interacción con sus seguidores a los que siempre agradece la calurosa bienvenida, soltó un éxito tras otro para calentar el ambiente en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez.

No You Girls fue el tema que sirvió como un cerillo para empezar a encender los ánimos, alimentados por una breve arenga: “¡Gracias, gracias México! Somos Franz Ferdinand ¿Cómo están cabrones?”, preguntó el frontman. La respuesta fue un rugido multitudinario que dio paso a The Dark Of The Matinée y Always Ascending, que sirvieron para hacer bailar hasta al más apático -después de una jornada superior a las seis horas de música sin parar- en una atiborrada pista frente al escenario Corona.

Foto Cortesía de Ocesa / Lulú Urdapilleta

 

Enseguida, Do You Want To y Walk Away aparecieron en el espectáculo para continuar elevando la temperatura, pese a que el audio no siempre tuvo un buen volumen; mientras el vocalista hacía su contribución al fuego con el intercambio de breves frases con sus fieles seguidores. Mientras, ellas correspondían lanzándole declaraciones románticas -“Te amo!”- a todo pulmón.

Lazy Boy y Evil Eye tuvieron como respuesta saltos y más saltos, Michael, Black Tuesday, Lucid Dreams y Love Illumination sacaron los mejores pasos de baile con los que miles agasajaron a los de Escocia, pero también los hicieron elevar sus voces hacia el cosmos con varios coros multitudinarios ya fuera en trance solitario o en modo grupal -abrazados de sus amigos-.

La adrenalina elevó no sólo entusiasmo, sino que hizo volar vasos con líquidos varios por los aires, mientras que Ulysses y Oustsiders enfilaban el show hacia su recta final a una velocidad inusitada. En plena euforia llegaron Take Me Out y This Fire -en el que hicieron un breve homenaje a The B-52’s con un fragmento de Rock Lobster-, que hicieron estallar la algarabía en cientos de miles de almas, que sucumbieron al carisma del frontman: “Ustedes son increíbles. Los amo, México”, declaró el líder de la banda también integrada por Bob Hardy (bajo) y Paul Thompson (batería), así como Dino Bardot y Julian Corrie.

 

“Este fuego está fuera de control, quemaré esta ciudad, quemaré esta ciudad. México está fuera control, incendiaré esta ciudad, incendiaré esta ciudad”, cambió la letra Krapranos, mientras los guiaba al delirio que culminó en una explosión de energía manifiesta en gritos, saltos y baile,algo que el artista recordará hasta su último aliento, según publicó en su cuenta de Twitter: “Gracias #CoronaCapital2019! Uno de mis conciertos favoritos. Lo recordaré en mi lecho de muerte y evocaré una sonrisa”.

 

El éxtasis continuó minutos después, cuando los estadunidenses Weezer y los irlandeses Two Door Cinema Club se disputaron la audiencia durante sus actuaciones en los escenarios Doritos y Corona Light, respectivamente, las cuales también dejaron el ambiente a punto de ebullición para una de las presentaciones más esperadas de la noche: The Strokes, la cual dividió opiniones.

El grupo de indie rock liderado por Julian Casablancas salió puntual a su cita con la audiencia mexicana, la cual esperó ocho años para volver a verlo en la ciudad de México. El reencuentro marchaba viento en popa, con temas como Heart In a Cage, You Only Live Once, The Modern Age y New York City Cops en las que los coros multitudinarios daban cuenta de que la expectativa por la banda era alta. “¿Quieren un descanso?”, preguntó Casablancas. La respuesta fue contundente: “¡No!”. Con las primeras notas de cada pieza, decenas de vasos volaron por los aires desparramando su contenido en la multitud, a la que no le importaba nada más que contonearse al ritmo impuesto por los neoyorkinos, aunque eso significara casi chocar y golpearse con quienes tenían a lado, pues la pista -95 mil, según cifras de la empresa promotora- lució atestada.

The Strokes. Foto Cortesía Ocesa / César Vicuña

Siguieron piezas como Under Control, Hard To Explain, I Can’t Win y On The Other Side. Fueron pocas las interacciones que el vocalista mantuvo con el público y parecía hacer bromas. “Thank You. Gracias. Hermosa noche”, dijo en inglés. “¿Alguien que sepa hablar español?”. El público contestaba con el cántico “¡Oe, oe, oe, oe, The Strokes, The Strokes!”

Sin embargo, en cuestión de segundos algo cambió. “Suck? Creo que dijeron You suck, You suck!”, expresó Casablancas. ¿Qué significa ‘you suck’ en español?, le preguntó al resto de la banda, formada también por Albert Hammond Jr. (guitarra), Nick Valensi (guitarra), Fabrizio Moretti (batería) y Nikolai Fraiture (bajo). “Yo comprendo, pero no quiero decirlo al micrófono. ¿Qué canción quieren? La haremos. Tocaremos lo que sea, sólo mencionen una canción”, dijo.

Julian Casablancas, vocalista de The Strokes. Foto Cortesís Ocesa / César Vicuña

 

Entonces, el público notó algo extraño en el vocalista -no pocos publicaron en Twitter que estaba ebrio- y a partir de ahí, el ambiente se enrareció, algo que fue más notorio con las largas pausas que hacía la banda entre una canción y otra, luego de haber iniciado un show -en el que el audio sonó impecable- soltando un tema tras otro.

Así llegó Reptilia -una de las canciones más esperadas de la noche-, que puso a corear y bailar a cuál más; le siguieron Meet Me In The Bathroom y Razoblade, pero una parte de los asistentes ya manifestaba su disgusto, y a los cánticos “¡Oe, oe, oe, oe…”, de unos, otros respondían que la banda “no se los ha ganado. La neta está de weba, está cantando con weba”, lamentaban sobre Casablancas.

Foto Cortesía Ocesa / César Vicuña

 

Aun así, algunas chicas se le declaraban a Julian -“I love you!”-, los chicos apuraban la cerveza de sus vasos y la banda continuó con varias piezas más -entre ellas Soma y Someday– antes de un breve receso. El quinteto volvió para cerrar con Is This It, y los clásicos Juicebox y Last Nite, que volvieron a prender al público, pero cuya conclusión fue un duro golpe que volvió a la realidad a los miles.

La banda había terminado su actuación media hora antes de lo programado y, en medio de la sorpresa, la multitud partió a casa. Algunos cantando todavía…Last night, she said,Oh, baby, I feel so down, Oh, it turns me off…, y otros más lanzando quejas, pues aunque el grupo había desaparecido del entarimado, aún esperaban ver a sus integrantes volver una vez más.

 

Horas antes, The B-52’s cautivó con su propuesta psicodélica -una mezcla de dance y surf- sobre el escenario principal. Con su colorido y entallado vestuario, y sus enormes pelucas, Cindy Wilson y Kate Pierson, junto a Fred Schneider, animaron a bailar a los cientos con temas como Mesopotamia, Give Me Back My Man, Love Shack, junto con un fragmento de Low Rider, Planet Claire y el clásico Rock Lobster. “Necesitamos un mundo sin fronteras”, declaró Pierson en medio del set, lo cual fue celebrado por el respetable, quien rápidamente sucumbió a los ritmos new wave del grupo oriundo de Georgia.

 

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