Recostada en un sillón, la mujer apenas responde al tacto del hombre que la induce a bailar. Y con su danza llena de sensualidad, la pareja hipnotiza a los miles que, de manera casi imperceptible cantan In Your Room, al tiempo que se dejan seducir por la voz de Dave Gahan, que inunda poco a poco el lugar.
Una imagen que contrasta con el resto del show que Depeche Mode ofreció el pasado martes en el Foro Sol, en el que los ‘hits’, los gritos de júbilo, los coros multitudinarios y el baile fueron la recompensa a la paciencia -de los fans y la banda- para un reencuentro que tardó nueve años en llegar.
En un inmueble atiborrado, los británicos -que tienen casi cuatro décadas de trayectoria- llevaron a la euforia al público con una veintena de temas, que cimbraron a la Magdalena Mixhuca en el segundo de sus conciertos en México como parte de su gira Global Spirit.
Las notas del clásico Revolution -de The Beatles- y Cover Me (Alt Out) fueron el indicador de que el periplo había comenzado. Minutos antes, un video sobre los problemas que causa el desabasto de agua potable, una campaña que tiene el grupo junto con la ONG Charity: Water y la marca suiza de relojes Hublot, llenó las dos pantallas colocadas una a cada lado del escenario.
Arropada con un visual multicolor, la banda apareció sobre el entarimado para interpretar Going Backwards, sencillo que abre su más reciente álbum Spirit, para seguir con dos temas de Ultra, su material discográfico lanzado en 1997: It’s No Good, y el obscuro Barrel Of A Gun.
Entonces, Dave Gahan -el vocalista- se contoneó a lo largo de la pequeña pasarela frente al proscenio, arrancando gritos y suspiros de quienes estaban ahí cerca, estirando los brazos hacia el ídolo, que no ocultó su entusiasmo mientras interpretó A Pain That I’m Used To, a la que siguieron Useless y Precious.
Otro clásico de la década de los 90 apareció: World In My Eyes, del Violator, uno de los álbumes más famosos del ahora trío, también integrado por Martin Gore y Andy Fletcher, mientras algunos visuales aparecían en la pantalla central.
“¿La están pasando bien?”, preguntó Gahan en inglés, quien contrario a su concierto del domingo, interactuó más con el público, a quien alentaba lo mismo a cantar, a gritarle o a levantar los brazos al ritmo de la música, con un derroche de energía que inspiraba a emularlo.
Después de Cover Me, fue el turno de Gore al micrófono, y con él apareció nuevamente un tema de Ultra: Home, pero antes cantó Judas. Entonces, los gritos de “!Martin, Martin!” frente al escenario se convirtieron al final en un coro multitudinario que se prolongó por varios minutos.
“¡Well, well Mexico City!” gritó Gahan al final, para entonces dar paso a In Your Room, seguido de Policy Of Truth (en lugar de Where’s The Revolution?, primer single de su más reciente álbum), que de inmediato puso a bailar a los más en la pista, pese a lo reducido del espacio.
Otro salto más atrás en el tiempo con Everything Counts y Stripped, temas ochenteros en los que Dave gira y avanza por el escenario moviendo las caderas sin parar. La adrenalina llegó a tope con Enjoy The Silence, un himno noventero, seguido de otro más: Never Let Me Down Again, en el que el incitó a levantar los brazos, mientras las luces de celular convirtieron en cascadas luminosas las gradas.
Una brevísima pausa, y la banda -también con Christian Eigner (batería) y Peter Gordeno (teclado)- regresó para interpretar puros clásicos. Uno de la década de los 80: Somebody (sustituyó a Strangelove del domingo), y de regreso a los noventa: Walking In My Shoes, I Feel You (en lugar de Question Of Time). Y para cerrar, otro himno: Personal Jesus.
Los gritos de “¡Otra, otra!” no encontraron eco en los de Basildon, Inglaterra, que desaparecieron poco a poco del entarimado. El último en salir fue Dave, quien arrancó alaridos al desprenderse del chaleco que cubrió su torso todo el concierto mientras lanzaba una sonrisa que se proyectó en las pantallas antes de ocultarse en la lateral del escenario.
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