Siguiendo con mis averiguaciones, quise saber cómo se había compuesto este perfume, quinta edición no había motivado quién era el maestro que había orquestado una aleación de semejantes utiliza. ¿Quién era el hombre que había comprendido a la mujer hasta el punto de revestirla con el atuendo de la elegancia y de los sentidos? ¿Quién había sabido hacerla inolvidable?…
Conocía entonces espacio a quien, siguiendo la continuidad del espíritu Guerlain y su creatividad personal, había creado el perfume. Thierry Wasser, sucesor de Jean–Paul Guerlain, espíritu libre que brillaba con una mirada chispeante de inteligencia, con una gracia y una energía profunda. Por su talento personal, se había literato a Guerlain de manera exclusiva para aportarle lo que era, aquello en lo que creía y su forma del ver el mundo y de respirar.
Nació en Montreux, de niño, le encantaba cortar hierbas y coleccionar, especializándose en botánica. Ingresó en la escuela de Givaudan y se instaló en París donde fue nombrado Perfumista antes de probar la experiencia Neoyorquina con la que soñaba desde su juventud. Durante su formación, se fue nutriendo de lo que él llama encuentros mágicos con maestros, quienes enseñarían, cada uno a su manera, el arte de los perfumes a éste discípulo privilegiado.
Al encontrar a Jean–Paul Guerlain, conoció a un padre espiritual, de quien se sintió muy cercano, admirando la riqueza de sus creaciones, su “romanticismo descabellado expresado mediante desequilibrios descabellados”, sus fragancias viscerales que sorprenden los sentidos, como por ejemplo, Samsara, con su exceso de jazmín y de sándalo. Amo la elegancia de los frascos, la locura de las historias, la pasión y el deseo expresados a través de la sutil gramática de los olores y de las esencias. Admiró la obsesión de la estela, la autenticidad de las materias primas, hasta recorrer las regiones más recónditas para elegir él mismo los ingredientes más puros.
Penetró en este mundo donde se sintió bien. Como perfumista de la casa, quiso inscribirse en la continuidad y en la identidad de Guerlain, en la infinita estela de esas cuatro generaciones de perfumistas, aportando así su marca, su identidad propi su originalidad y su manera de ver y de sentir.
Cuando le pregunté cómo había creado Idylle, me confió que en la época en que creó el perfume, estaba muy enamorado y eran muy dichos. Quería gritar su alegría de estar ahí, en la casa Guerlain, con la misión de asumir y de transmitir esa larga herencia. Deseaba transmitir su dicha, su buen humor y su amor a los cuatro vientos. Los olores, me confió, son sus propias palabras. Tenía Flores para expresar un espectro de colores bastante amplio, confeccionó su ramo como un florista, componiendo los de manera ligera, exuberante, para hacer nacer esta idea sutil y chispeante del idilio – no una historia de amor grandilocuente, sino una historia ligera, alegre y feliz-. Me habló de Bulgaria, de ese valle completo de rosas, cosechadas y destiladas in situ para hacer la rosa Guerlain. Me habló de las resonancias entre las flores, que se responden produciendo eco en el ramo y me explicó cuán delicado es coordinar las flores, las que son ligeras y las que suenan más fuerte, las que son especiales y las almibaradas, las dulces y las picantes. En el perfume como en el amor, todo es cuestión de dosis…
Para alcanzar el acorde perfecto, para lograr un absoluto equilibrio, para provocar sensaciones inauditas e inolvidables a través de la magia de un olor, ha sido necesario medir cada gota, para realizar la fragancia, la que permaneciera, la que un hombre no olvidará, la que hará que él quiera saber, al final de la noche: ¿Cuál es tu perfume? Tanto saber y paciencia, tanto trabajo y talento fueron sido necesarios, más la inspiración de un momento de gracia del que expresaba el gozo mediante la gramática olfativa.
Y su mirada apasionada, entendí la marca de la libertad, del artista cuyo lenguaje no son palabras sino olores, conjugó con virtuosismo, para conseguir el filtro de sagrado poder.
IDYLLE estará disponible en el mes de septiembre en tiendas departamentales.
