Los observadores del cielo más experimentados dicen que es el espectáculo más grandioso que existe sobre la Tierra. 

También podría ser el espectáculo más grandioso en la órbita terrestre. Muy alto, por encima de nuestro planeta, los astronautas que se encuentran a bordo de la Estación Espacial Internacional o EEI, por su sigla en idioma español (International Space Station o ISS, por su sigla en idioma inglés) han estado disfrutando desde sus ventanas una vista de cerca de las auroras mientras la EEI vuela a través de tormentas geomagnéticas. 

“Nosotros podemos en verdad volar hacia el interior de las auroras”, dice Don Pettit, quien es uno de los testigos, y trabaja como ingeniero de vuelo para la Expedición 30 de la EEI. “Es como ser encogido y puesto en una señal de neón”.

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Últimamente, la Estación Espacial Internacional ha estado volando a través de tormentas geomagnéticas, dando así a los astronautas una vista de cerca de las auroras boreales justo afuera de sus ventanas: Haga clic para ver un vídeo

Las auroras son provocadas por la actividad solar. Ráfagas de viento solar y eyecciones de masa coronal golpean el campo magnético de la Tierra, sacudiendo de este modo la capa magnética que protege a nuestro planeta. Esto causa una lluvia de partículas cargadas en los polos, las cuales iluminan la parte de la atmósfera en donde pegan.  La física de este evento es parecida a lo que sucede dentro del tubo de una televisión a color. 

Las partículas que llegan son guiadas por el campo magnético de la Tierra hacia un par de regiones con forma de rosquilla llamadas “óvalos aurorales”.   Hay uno alrededor del Polo Norte y otro alrededor del Polo Sur.   Algunas veces, cuando la actividad solar es alta, los óvalos se expanden y la estación espacial orbita justo a través de ellos. 

Eso fue exactamente lo que sucedió a fines del mes de enero de 2012, cuando una serie de erupciones solares de clase M y X dieron lugar a un espectáculo de luces que Pettit afirma nunca olvidará. “Las auroras se podían ver tan brillantes como las luces de una ciudad abajo, en la Tierra; e incluso en el crepúsculo cuando el Sol se pone y se oculta. Fue simplemente sorprendente”.

Pettit es un hábil astrofotógrafo. Él y otros miembros de la tripulación grabaron las escenas en video. Asimismo, produjeron una serie de imágenes que, según algunos funcionarios, son de las mejores jamás tomadas desde una órbita terrestre. 

Los videos capturaron el rango completo de colores aurorales: rojo, verde y muchos tonos de púrpura.  Estos tonos corresponden a diferentes transiciones cuánticas de los átomos excitados de oxígeno y de nitrógeno.   El color preciso a una altitud determinada depende de la temperatura y de la densidad de la atmósfera local. 

“Las auroras rojas se alcanzan a ver en todo el camino hacia arriba, hasta nuestra altitud de 400 kilómetros sobre la Tierra”, señala Pettit.   “Algunas veces, sientes que puedes estirarte y tocarlas”.

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El astronauta Don Pettit es un fotógrafo y escritor muy prolífico. Muchas de sus experiencias a bordo de la EEI están recopiladas en su blog en línea

“Las emisiones de color verde, por otro lado, tienden a quedarse debajo de la estación espacial”, dice. Se mueven como si fueran una “alfombra aterciopelada” viviente de luces. “Volamos justo por encima de ellas”. 

Sorprendentemente, esto no resulta inquietante para Pettit. “No es desorientador ver auroras por abajo de nuestros pies”, dice.   “Tal vez esto se debe a que he estado aquí arriba durante mucho tiempo”. 

Lo que él sí encuentra desorientador son los meteoros. 
“Ocasionalmente vemos un meteoro quemándose en la atmósfera abajo; y esto sí parece extraño. Uno debe buscar meteoros arriba, no abajo”. 

A pesar de lo maravillosas que son estas vistas, Pettit ha observado mejores.   Él fue el científico

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