El mensaje es: “Esperen lo inesperado”. 

“Es extraño”, dice Ed Stone, de Caltech, quien es científico del Proyecto Voyager desde 1972. “Voyager 1 y 2 tienen un talento natural para hacer descubrimientos”. 

Hoy, 28 de abril de 2011, la NASA dio una conferencia de prensa en la cual reflexionó sobre los logros de la misión Voyager, y ofreció un panorama de lo que les espera a las sondas conforme se preparan para adentrarse en los dominios de la Vía Láctea.

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Haga clic para ver un video (en idioma inglés) sobre el increíble viaje de las sondas Voyager hasta los límites del sistema solar. 

La aventura comenzó a fines de la década de 1970 cuando las sondas aprovecharon una alineación poco común de los planetas exteriores para iniciar su Gran Tour. Voyager 1 visitó a Júpiter y a Saturno, mientras que Voyager 2 sobrevoló a Júpiter, a Saturno, a Urano y a Neptuno. (Voyager 2 sigue siendo la única sonda que ha visitado a Urano y a Neptuno.) 

Cuando se le pregunta cuáles fueron los descubrimientos más importantes de esos encuentros, Stone hace una pausa, no porque le falte material para responder, sino porque lo abruma la cantidad de respuestas posibles. “Es difícil escoger”, dice. 

La lista parcial que dio Stone incluye el descubrimiento de volcanes en Io (una luna de Júpiter), evidencia de un océano debajo de la superficie congelada de Europa, indicios de lluvia de metano en Titán (una luna de Saturno), los erráticamente inclinados polos magnéticos de Urano y de Neptuno, géiseres de hielo en Tritón (una luna de Neptuno), vientos planetarios que son más y más rápidos cuanto más alejados estén del Sol. 

“Cada uno de estos descubrimientos cambió la visión que teníamos de otros mundos”, dice Stone.

En 1980, Voyager 1 usó la gravedad de Saturno para impulsarse, como lanzada por una honda, fuera del plano del sistema solar. En 1989, Voyager 2 empleó una táctica semejante con Neptuno. Ambas sondas fijaron su curso hacia el vacío. 

Navegar hacia el vacío parece ser un suceso en el cual hay poca actividad, pero los descubrimientos continuaron. 

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La heliosfera representada en su pileta de la cocina. [Más información

Stone lo explica comparándolo con la pileta para lavar los platos, en la cocina. “Abra la llave”, dice. “El punto donde cae el chorro de agua en la pileta, eso es el Sol, y la delgada capa de agua que fluye radialmente hacia afuera de ese punto es el viento solar. Observe cómo el Sol parece ‘inflar una burbuja’ a su alrededor”. 

Esa burbuja realmente existe. Los investigadores la llaman la “heliosfera”, y tiene un tamaño descomunal. Conformada por plasma solar y campos magnéticos, la heliosfera es aproximadamente tres veces más ancha que la órbita de Plutón. Todo planeta, asteroide, nave espacial y forma de vida que pertenece a nuestro sistema solar se encuentra en su interior. 

Las Voyager están intentando escapar, pero aún no están allí. Para darnos una idea de la ubicación en la cual se encuentran, Stone regresa a la pileta para lavar los platos, en la cocina: “Conforme se expande el agua (o el viento solar), se torna cada vez más delgada y deja de ejercer una presión significativa. De manera abrupta, se forma un anillo turbulento y lento. Ese anillo exterior es la heliofunda: allí es donde están las Voyager ahora”. 

La heliofunda es un lugar muy extraño, repleto de una “espuma” magnética con la que ninguna otra nave espacial se ha encontrado antes, y donde hacen eco destellos de radio de baja frecuencia que sólo han sido escuchados en los confines exteriores del sistema solar, un lugar tan alejado de casa que el Sol es apenas un minúsculo punto de luz. 

“La heliofunda no es, en muchos sentidos, como lo predecían nuestros modelos”, dice Stone.

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