Y, claro, no olvidemos los meteoros.
“La primavera es temporada de bolas de fuego”, dice Bill Cooke, quien trabaja en la Oficina de Medio Ambiente de Meteoroides, de la NASA. “Por razones que aún no entendemos por completo, la tasa de meteoros brillantes aumenta considerablemente durante las semanas cercanas al equinoccio vernal”.

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Una bola de fuego primaveral capturada en vídeo, el 16 de marzo de 2009, por una cámara de la NASA que monitoriza todo el cielo, y que se encuentra ubicada en el Centro Marshall para Vuelos Espaciales. [Vídeo

Durante otras temporadas, una persona dispuesta a mirar el cielo desde el crepúsculo hasta el amanecer podría ver alrededor de 10 bolas de fuego esporádicas. Una bola de fuego es un meteoro cuyo brillo supera al del planeta Venus. Las bolas de fuego bombardean a la Tierra a medida que ésta se desplaza a través de las corrientes de escombros que flotan en el espacio: fragmentos de asteroides rotos y cometas en descomposición que se encuentran esparcidos por el sistema solar. 

Las bolas de fuego son más abundantes durante la primavera. La tasa, por noche, se incrementa misteriosamente del 10% al 30%. 

“Sabemos de este fenómeno desde hace más de 30 años”, dice Cooke. “No son sólo las bolas de fuego las que se ven afectadas. Las caídas de meteoritos (rocas que efectivamente logran alcanzar el suelo) son también más comunes durante la primavera
1“. 

Los investigadores que estudian el ambiente de meteoroides de la Tierra nunca han logrado encontrar una explicación satisfactoria para la cantidad adicional de bolas de fuego. De hecho, cuanto más analizan la cuestión, más extraña se torna. 

Considere lo siguiente:
Existe un punto en el firmamento que se conoce como el “ápice del camino de la Tierra”. Dicho de manera simple, es la dirección en la que está viajando nuestro planeta. A medida que la Tierra gira en torno al Sol, el ápice describe un círculo en el cielo, realizando así una vuelta completa a través del Zodíaco cada año. 

El ápice es importante porque es el punto de donde se supone que provienen los meteoros esporádicos. Si la Tierra fuese un automóvil, el ápice sería el parabrisas. Cuando un automóvil circula por una carretera en medio del campo, los insectos se acumulan en el cristal delantero. Lo mismo ocurre con los meteoroides que se encuentran en el camino de la Tierra. 

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Una cámara de la NASA destinada a detectar bolas de fuego, en el Centro Marshall para Vuelos Espaciales. [Más información

Cada otoño, el ápice alcanza su punto más elevado en el cielo nocturno. Durante ese momento, se observa una abundante cantidad de meteoros esporádicos de brillo común; en algunas ocasiones, varias docenas por noche. 

Lea eso de nuevo:
cada otoño.
“El otoño es la temporada de los meteoros esporádicos”, dice Cooke. “Entonces, ¿por qué las bolas de fuego esporádicas son más comunes en primavera? Ese es el misterio”. 

El experto en meteoroides Peter Brown, de la Universidad de Ontario del Oeste, menciona que “algunos investigadores creen que puede existir una variación intrínseca en la población de meteoroides a lo largo de la órbita de la Tierra, con una cantidad máxima de escrombros grandes que producen bolas de fuego cerca de la primavera y del principio del verano. 

Probablemente, no sabremos la respuesta hasta que aprendamos más sobre sus órbitas
2“.

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