{mosimage} Jim Cantore, de The Weather Channel, es sorprendido por una tormenta eléctrica de nieve, en diciembre de 2006. Crédito: weather.com [Video de YouTube]
Walt Petersen y Kevin Knupp han viajado por todas partes para estudiar las tormentas de invierno. Jamás soñaron que la más extraordinaria que verían (con extraños truenos y nieve, un rayo de 80 kilómetros -50 millas- de longitud y casi una docena de ondas de gravedad) haría erupción sobre el mismísimo patio de sus casas. La tormenta cayó sobre Huntsville, Alabama, la noche del 9 de enero.
“Esta increíble tormenta irrumpió precisamente sobre el Centro Nacional de Tecnología y Ciencias del Espacio (NSSTC, por su sigla en idioma inglés) donde trabajamos”, dice Knupp. “¡Qué suerte!”
Usualmente, las tormentas de nieve llegan en silencio y sus suaves copos de nieve se depositan silenciosamente sobre la Tierra. Sin embargo, esta tormenta de nieve en Alabama se desató con la fanfarria de un rayo y el rugido de un trueno.
El testigo ocular Steve Coulter describió los sucesos de esa noche de esta manera: “Fue como si un mago hubiese estado lanzando relámpagos detrás de una enorme cortina blanca. Los destellos de luz, enmudecidos detrás de una capa de nubes bajas y espesas, brillaban con un color azul-púrpura, como el de la luz cuando pasa a través de un prisma. Y luego los truenos retumbaban con un sonido bajo y grave. Esta fue una de las experiencias más hermosas que he vivido”.
Para cualquier espectador con la suerte de verlo, el suceso fue un espectáculo único, pero resultó especialmente cautivante para los investigadores que buscan descifrar las claves del fascinante despliegue de energía que hace la naturaleza. Petersen y Knupp, asistidos por varios estudiantes de posgrado de la Universidad de Alabama, en Huntsville (UAH), habían preparado ya sus instrumentos de investigación.
El sitio en el que se encuentran alojados los intrumentos, en el Centro Nacional de Tecnología y Ciencias del Espacio, donde los investigadores recolectaron datos sobre el tamaño, la forma y los índices de precipitación de las tormentas eléctricas de nieve. La Misión de Medición de las Precipitaciones Globales maneja las instalaciones. Créditos de la fotografía: Patrick Gatlin y Matt Wingo de la UAH. Imágenes ampliadas: #1, #2
Desde la estación de trabajo que montó en su casa, Petersen puede monitorizar redes de detectores de relámpagos y radares de control, los cuales utilizó para medir y registrar la tormenta. No obstante, cuando la tormenta se produjo, su respuesta resultó un poco menos científica: “Me emocioné tanto que salí de mi casa en pantuflas, corriendo para sacar fotos”, recuerda. Alrededor de las 10:30 de la noche escuchó el primer rugido de la tormenta eléctrica de nieve. “Lo primero que pensé fue: ‘excelente, ¡un bono!'”
¿Qué hizo que esta tormenta de nieve actuara como si fuera una tormenta eléctrica? Petersen explica:
“Rara vez tienes relámpagos durante una tormenta de nieve. Pero, en este caso, algunas condiciones especiales provocaron que eso sucediera. Al ser levantado el aire húmedo desde el fondo de la tormenta, se originó nieve y hielo rápidamente. Parte de la nieve incluso formó pequeñas bolitas llamadas ‘nieve granulosa'”, cuenta.
Los copos de nieve y las bolitas de hielo de varios tamaños ascendieron a diferentes velocidades y comenzaron a intercambiar cargas eléctricas. Todavía no se entiende muy bien el proceso, pero podría ser el resultado de la fricción entre dos partículas al frotarse entre sí (como las medias de lana sobre una alfombra). A medida que la nube se cargaba, comenzaba a actuar menos como una tormenta de nieve común y corriente y más como una tormenta eléctrica de verano.
Imagen en negativo de los copos producidos por la tormenta eléctrica de nieve. “Tomar fotografías de los copos de nieve e invertir las imágenes nos ayuda a definir mejor su forma (o ‘hábito’) y, en consecuencia, a interpretar mejor la manera en que se formaron, lo que nos brinda información sobre la física del proceso de la tormenta eléctrica de nieve”, dice Walt Petersen, del Centro Marshall para Vuelos Espaciales (MSFC, por su sigla en idioma inglés), de la NASA. [