Por Alejandro Trejo

Reunirse con los amigos para beber una copa, jugar videojuegos, escuchar música y, sobre todo, hablar de futbol, son cosas que se disfrutan una y otra vez, sin importar si los sabores, las canciones, los juegos y las anécdotas son las mismas que la vez anterior; como cuando debates quién dio el pase a Borgetti para su épico testarazo que terminó cruzando la meta de Buffon en el mundial de Corea-Japón; o apostar a que fue El Cabrito Arellano quien condujo en media cancha habilitando a Ramón Ramírez, que a su vez centró para que Cuauhtémoc Blanco mandara al fondo de las redes uno de los espectaculares goles en ‘Francia 98’; o reír de incredulidad porque Kikín Fonseca está entre los anotadores del mundial acontecido en tierras teutonas en 2006.

Disfrutar de esos momentos en el que te olvidas del trabajo y solo ríes a carcajadas por burlarte con y de tus amigos de la infancia, adolescencia o los que todavía frecuentas de esas etapas, son recuerdos que siempre quedan plasmados; y es así, en el deleite que surge en la convivencia con los amigos -en los que siempre queda una preponderante para recordar y poder contar con lujo de detalle- que se desarrolla la historia de Los crimencitos impunes.

De la autoría del exjugador y comentarista, Roberto Gómez Junco, el libro narra esa convergencia de anécdotas y recuerdos, y en el que “jugar a asesinar” es una actividad que surge en el contexto de seis amigos exfutbolistas que conviven recordando sucesos que pasaron juntos en un equipo de primera división.

Este juego, llamado El Asesinadito, puesto en práctica con cartas asignadas al azar, nomina a los participantes con roles que van desde el detective, el asesino y el asesinado, y que, en su declinación diminutiva, da nombre a la partida.

Así, entre juegos y remembranzas, surgen cuestionamientos sobre una historia en particular: el asesinato de su entonces director técnico, lo cual desata las habilidades detectivescas de El Fata, reconocido en el grupo como el mejor jugador de su época activa.

Con personalidades que convergen en el deporte del balompié, los protagonistas se desenvuelven en el terreno del juego con características muy específicas, lo que hace reconocerlos y disfrutarlos mientras se avanza en la lectura.

Personajes dignos de un equipo de futbol, con sus funciones en cada parte del terreno, el lector puede soltar carcajadas con Dislalio, Clarence, Tucán, Fata y Venus, surgidos de la pluma de El Llanero, en una realidad abrazada por la novela negra.

Si quieres saber más del autor, ve a Twitter @rgomezjunco.

 

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